Por Máximo Brizuela, Secretario General:
La minoría parlamentaria de la Libertad Avanza, con sus nuevos aliados, impuso parte de su modelo de país reflejado en el proyecto de Ley ómnibus.
Aún con el misterio sin resolverse de quién escribió dicho proyecto, pero con ciertos indicios de quienes podrían ser, la Ley pasó por la Cámara de Diputados, en lo que fue una sesión maratónica de más de 30 horas de debate.
De esta manera, la Cámara baja aprobó por 144 votos afirmativos a 109 votos negativos, la modificación de decenas de artículos y reformas con escasa discusión, a espaldas del pueblo y de los actores involucrados en cada tema; el modelo de país “hot sale” empieza a tomar forma.
La crisis económica, la falta de ingenio político, de valores y principios de muchos representantes, fueron la carta del gobierno nacional para aplicar aprietes en estas últimas semanas, donde a gusto y piacere impuso su reforma con la billetera como amenaza y amedrentamiento. Muy probablemente también, con ciertas advertencias sobre judicializar cuestiones personales de algunos miembros del parlamento.
La institucionalidad de nuestro país parece quedar sumergida a la voluntad del Ejecutivo Nacional y a un modelo conservador, ultraliberal, cuya única regla la impone un mercado monopólico que no piensa en los hombres y mujeres de a pie.
Están empecinados en destruir el patrimonio de nuestra patria, en desprestigiar a nuestra ciencia, cultura, educación, en precarizar aún más a los trabajadores, en querer vender nuestras empresas nacionales de forma total o parcial (entre ellas Nucleoeléctrica Argentina) y timbear el Fondo de Sustentabilidad de la ANSES, (aunque de momento quedó fuera de discusión), por citar alguno de los muchos ejemplos.
Ante esto último urge una verdadera recomposición y de las jubilaciones, ya que nuestros pasivos son de los más castigados por las medidas que está tomando el gobierno. Es correcto decir que, si bien el deterioro económico viene desde antes, el nivel de aceleración y desregulación económica desde el pasado 10 de diciembre, nos pone en una situación límite. Los jubilados y jubiladas no pueden esperar.
No es inocente que la reforma intente socavar construcciones colectivas que habíamos logrado en estos 40 años de democracia. Necesitan imponer una concepción sobre cuestiones sociales y empobrecer no solo económica sino intelectualmente a una sociedad, para que la falta de cuestionamientos convierta a nuestro país en una expresión sin sentido de pertenencia y apátrida.
La represión es el método del gobierno nacional ante cualquier intento de resistencia, inclusive pacífica, como pudimos ver durante la semana pasada. Donde fueron reprimidos, inclusive, trabajadores de prensa que registraban los hechos.
Será una lucha difícil, otra más que la historia nos pone delante, una lucha que trasciende cuestiones gremiales. Debemos estar unidos, organizados y plantar la bandera de la memoria, de la construcción colectiva y de la solidaridad con nuestros hermanos. Deshumanizarnos será nuestra derrota definitiva, sigamos alzando nuestra voz porque ninguna ley podrá sumergirnos en el silencio.