Por Máximo Brizuela, secretario General:
En el presente, el individualismo y ciertas ideas o formas que se desprenden del mismo, parecen ser un denominador común. Es como si fuera la única manera de comportarse, actuar y vivir en distintos espacios y momentos de la vida.
Anteponerse los intereses personales por sobre cualquier cuestión colectiva es la ley que parece imperar o el discurso adoptado por cada vez más personas; por más que eso represente el deterioro de nuestros pares.
Las construcciones sociales sólidas necesitan reciprocidad, interacción e interrelación entre los sujetos. Es imposible construir desde la idea propia, porque necesitamos de otros para crecer, superarnos y vivir mejor.
Las sociedades que son modelo y en las que se vive mejor, no son precisamente las que se conciben desde una mirada personal/egoísta, donde el camino del éxito es una batalla que parte de la premisa de destruir al otro.
Por el contrario, las sociedades más armoniosas son las que entienden que el bienestar colectivo es un beneficio para todo el conjunto. De nada vale nuestro éxito personal si la miseria es lo que abunda.
Como organización gremial, como familia lucifuercista, debemos dar batalla a ese discurso y tener acciones que antepongan esos comportamientos. La solidaridad siempre fue uno de nuestros motores. Cada lucha y gestión es pensada para el beneficio del conjunto.
El pensar en colectivo requiere de discusiones, acuerdos, de militancia y unión. Es por ello que debemos comprometernos porque la defensa de las conquistas colectivas es la defensa propia, la del compañero/a, la de nuestros hijos y la de un porvenir que debe ser el de una sociedad con justicia social y no el de una batalla salvaje cuya victoria será celebrada entre el tendal de quienes quedan expulsados del sistema.