Por Máximo Brizuela, secretario General:
Queridos compañeros y compañeras:
Las luchas sindicales son inherentes a las organizaciones gremiales. Nuestra historia nos muestra que para lograr conquistas sociales y afianzar derechos, tuvimos que insistir en nuestro reclamo; las buenas voluntades no aparecen si no levantamos nuestra voz.
La perseverancia es amiga de la lucha y lo sabemos muy bien porque recientemente, tras más de una década, logramos que se elimine el impuesto a las ganancias, y no conformes con eso seguimos trabajando por más cuestiones pendientes.
Pero si miramos también en retrospectiva, a lo largo de los casi 80 años que tiene nuestro querido Sindicato Regional de Luz y Fuerza, sabemos que no es lo mismo con quien nos sentamos en la mesa a discutir y negociar, para que se respeten nuestros Convenios Colectivos de Trabajo, para obtener recursos y convenios de formación para nuestros trabajadores y trabajadoras, etc.
A esta altura sabemos lo que significa que el Estado esté bajo la órbita de personas que descreen en los derechos laborales, que pregonan el individualismo y desprecian al laburante en general. Lo hemos vivido en durante varios años en el ámbito provincial y otras gestiones nacionales, donde padecimos las circunstancias y tuvimos que hacer malabares para sostener más de una gestión, cómo ocurrió en el gobierno de Mauricio Macri; quien traicionó el voto popular y más de una promesa de campaña, como fue lo de eliminar el impuesto a las ganancias.
Aunque en aquella campaña el discurso que emitía el ex presidente era en favor de los trabajadores actualmente junto otros dirigentes como Luis Juez, Patricia Bullrich, Mario Negri y el actual candidato a presidente Javier Milei no esconden su desprecio por el obrero y sus conquistas.
Hay que ser claros, en mi humilde opinión como trabajadores no podemos darle poder a alguien que reniega de la democracia, cuyo deseo es derogar el artículo 14bis, que niega los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura militar, que descree de la salud y la educación pública, que pretende llevar adelante un plan económico que implica más endeudamiento, y que mira todo desde un punto de vista de la rentabilidad y el negocio.
También, me siento en las antípodas de alguien que falta de respeto hacia todo aquel que piensa diferente o representa algo distinto, como a la figura del presidente, Raúl Alfonsín, que con aciertos y errores fue un ferviente luchador para consolidar nuestra democracia; en tiempos donde aún los de uniforme verde ambicionaban con seguir con la dinámica del tomar el poder.
Debemos saber que por más que se presente como novedoso y rebelde, no es más que un sujeto intolerante y ferviente defensor de los empresarios especuladores que siempre ganan a costa del trabajo de los argentinos.
No somos obsecuentes y sabemos de las dificultades que tenemos actualmente, pero el apoyo de Luz y Fuerza a Sergio Massa no es un cheque en blanco, es elegir a una persona con la que sabemos que podemos tender puentes y discutir lo importante para nuestros trabajadores activos y jubilados.
Es necesario trabajar para cerrar la grieta y que haya una verdadera unidad nacional. Seguir profundizando el odio y el desencuentro es lo que nos mantiene estancados. Volver a desconocer lo que durante 40 años construimos en materia de derechos humanos es atrasar esa igual cantidad de años con temas que se fueron saldando poco a poco con nuestra joven democracia.
Debemos insistir en que nuestros dirigentes construyan junto a la ciudadanía un país inclusivo, donde la palabra JUSTICIA SOCIAL sea un valor más importante que el individualismo egoísta y la rentabilidad en cada acción, donde el trabajo esté resguardado bajo derechos que efectivamente se cumplan. Nadie se salva solo, somos parte de una organización gremial que es un fiel ejemplo de lo que podemos lograr desde lo colectivo.