Por Máximo Brizuela, Secretario General.
Este 24 de abril, la Casa del Estudiante del Sindicato Regional de Luz y Fuerza cumple 18 años.
En todo este tiempo, la misma ha visto transitar el camino académico y de crecimiento personal de cientos de estudiantes de la familia lucifuercista.
Son sus muros los que han simbolizado la oportunidad de cada uno de esos chicos y chicas de cumplir sus sueños y los de sus familias, de estudiar una carrera universitaria, teniendo no solo un techo para descansar y espacios de estudio, sino también la contención necesaria para que el proceso se desarrolle de la mejor manera posible.
Desde hace un año nuestra residencia estudiantil permanece cerrada. Y si bien hemos aprovechado este tiempo para hacer reformas en la misma, resulta triste que por sus pasillos no circulen los hijos e hijas de afiliados que estudian en la ciudad de Córdoba.
Sé que la decisión que tomamos como Consejo Directivo no es recibida del todo bien, pero es una decisión responsable para cuidar la salud de todos y no transformar la misma en un espacio de contagio y circulación del virus.
Esta pandemia no da tregua y a medida que pasa el tiempo empeora, a pesar de la esperanza que dan las vacunas que poco a poco llegan a nuestro país.
Está visto que la apertura de las escuelas y demás actividad aumentan la circulación de personas y por ende existe un mayor número de contagios. Si bien podríamos tener un protocolo para la convivencia dentro del establecimiento, no podemos controlar lo que cada chico y chica haga fuera de ella.
Además, aún las clases presenciales en las universidades no se han concretado y si bien estaban previstas para mitad de año, es muy probable que posterguen el comienzo de dicha presencialidad, por la segunda ola, el crecimiento exponencial de casos y muertes diarias por Covid-19.
Sería un riesgo innecesario tirar por la borda las medidas sanitarias que tomó nuestro sindicato las últimas semanas de abril del 2020 en estos momentos tan críticos.
La salud es lo primero, debemos ser responsables y obrar en la dirección del cuidado de lo que más queremos.
Mi deseo es que todo esto pase y que se pueda volver a la “normalidad” poco a poco, sin que medie la salud y la vida como moneda para que eso sea posible.